Las Passivhaus o las Casas Pasivas, además del objetivo del mínimo consumo, deben de tener siempre presentes la calidad del ambiente interior de una vivienda, ¿por qué? Pasamos cerca del 90% de nuestra vida en el interior de los edificios y queremos que ese tiempo sea lo más cómodo posible y sobre todo saludable.
Por tanto, el ambiente interior es un factor fundamental para nuestro desarrollo como sociedad, desde la infancia hasta la más avanzada edad. Para dar forma a nuestro ambiente interior confortable utilizamos sobre todo recursos energéticos: calefacción, ventilación, refrigeración e iluminación.
Pero se da la circunstancia que últimamente, en el contexto del cambio climático y el ahorro energético, se ha puesto el foco de las regulaciones, la investigación y la construcción en la eficiencia energética. Esto ha eclipsado el propósito principal de los ambientes interiores.
Un ambiente sano en los edificios contribuye de forma decisiva a nuestro desarrollo social: la forma de vivir, aprender, trabajar y relajarse, con todos los efectos socio-económicos consecuentes en nuestra educación, la salud y la vida laboral productiva.
Un estudio alemán reciente analiza el impacto de los ambientes interiores europeos, sobre la salud y el rendimiento, en los hogares y los colegios. El objetivo es analizar las relaciones que existen entre los efectos ambientales con los aspectos de salud y rendimiento.
La medida del CO2 permite averiguar si el aire del ambiente es fresco o si está viciado y provoca cansancio, pérdida de la concentración, malestar e incluso problemas de salud. El aire viciado contiene mucho más CO2 que el aire ambiente fresco y sano.
Más de un 15% de la población europea vive en hogares con humedades.
Uno de los principales problemas en las viviendas europeas es la aparición de humedades, lo cual es probable que conduzca al crecimiento de moho y otros daños estructurales asociados.
El porcentaje de población que vive en viviendas con humedades difiere bastante entre los países europeos, situándose la media por encima del 15%.
Hay evidencias de que la aparición de moho y humedades está asociada con varios efectos sobre la salud, de tipo respiratorio o alérgicos. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar asma es aproximadamente el doble, si hay moho o humedad en una casa.
Pero las humedades no son el único elemento de los edificios que afectan a la salud de los ocupantes. La ventilación, la luz natural o el sobrecalentamiento son factores decisivos, que deben ser abordados en cualquier proyecto de obra nueva o rehabilitación que ponga como prioridad la salud.