Las campañas publicitarias nos recuerdan que, por nuestra salud, debemos ingerir al menos 5 piezas de fruta al día, que debemos hacer deporte, que debemos protegernos del sol,.. Y qué hay del entorno donde se come o se practica deporte, ¿no debe ser éste saludable? Sí que debe serlo, aunque no se creen campañas de atención al usuario, las edificaciones deben ser edificios saludables para garantizar nuestro bienestar y preservar el confort interior.
Edificios saludables y su ciclo de vida
Los materiales de construcción durante toda su vida útil, pueden liberar sustancias químicas tóxicas provocando malestar en los habitantes de los edificios y poniendo en riesgo la calidad laboral de los trabajadores que los manipulan.
Los edificios saludables enfocan su primera etapa del ciclo de vida, la de diseño y construcción, con el objetivo de no dañar a nada ni nadie de su entorno.Deben utilizarse materiales saludables con bajo nivel de emisiones de sustancias nocivas para la salud humana. Esta garantía de salubridad se mantiene hasta la última etapa de reciclaje.
No sólo los materiales influyen en la consecución de edificios saludables, las instalaciones deben proporcionar una calidad de aire interior adecuada, una distribución de agua apta para el consumo que mantengan unos niveles de químicos y añadidos según lo estipulado por ley.
El contenido del edificio también tiene un papel importante dentro de la consecución de los edificios saludables: mobiliario, textiles, elementos de decoración,.. Todo el funcionamiento de un espacio y la calidad del aire interior será óptimo siempre que la ventilación ayude a ello, previniendo problemas de salubridad y complicaciones por humedades.
Por qué exigir edificios saludables
Si ya tenemos edificios sostenibles, edificios confortables, edificios que ahorran energéticamente,.. ¿por qué exigir también que sean edificios saludables? Como su nombre indica y ya citamos anteriormente, por la salud de sus habitantes y usuarios.
¿Qué sentido tendría un hospital con bajo consumo energético pero hecho con materiales que no garantizan la salubridad? ¿Y una escuela infantil con un confort interior alto pero con revestimiento que favorece la aparición de alérgenos? ¿Qué nos aportaría un sistema de ventilación de alta eficiencia energética si no fuera capaz de proporcionarnos una calidad de aire interior elevada?
Por ello, para llegar a una auténtica construcción sostenible ésta, además de confortable y eficiente, debe ser saludable.